Todos, absolutamente todos, cuando nos reunimos con nuestros amigos fantaseamos con conquistar el mundo haciendo lo que nos gusta. En el auge de la reunión animamos a nuestros amigos a que monten ese puesto de empanadas argentinas con el que deleitar a todos los oficinistas de la zona, aplaudimos a la pareja experta en muebles vintage para que den a conocer su buen gusto y apoyamos a nuestra mejor mitad para que dé rienda suelta a su vena creativa diseñando vajillas, sin embargo, aunque en ese momento creemos que todo es posible, a la mañana siguiente los números de la realidad disipan las ilusiones.
Quizá
sea porque siempre que se nos ocurren estas ideas pensamos en llevarlas
a cabo en solitario pero ¿y si nos uniéramos? Cierto que no suele ser
nada conveniente montar negocios con tus amigos pero ¿y si los
montáseis juntos pero no revueltos? ¿y si simplemente compartieseis los gastos pero separaseis
escrupulosamente los negocios? ¿y si alquilaseis ese local maravilloso
pero demasiado grande entre varios y montaseis vuestros respectivos
negocios dentro?
Las famosas sinergias de las que nos hablaban en marketing. Bajo una estética similar, dirigido a un público parecido y con una idea innovadora, éste local bien situado en una de las calles más de moda de San Franciso se presenta como una opción atractiva a imitar por cualquiera que tenga un par de buenos amigos con los que echarse al barro.
Lo más interesante en este caso es que los dos negocios han buscado un "look&feel" semejante, por eso cuando entras no te encuentras con corners muy diferenciados o con un batiburrillo de marcas cada una a su aire, no, todo tiene un mismo hilo argumental y se agradece.
Así que, en estos tiempos difíciles, compartir es vivir. Y si piensas que unir tu negocio con el de tu amigo no tiene sentido es que quizá no hayáis pensado en darles a ambos una misma pátina por encima.
Otro día hablamos del auge de las barberías, los bigotes y el grooming masculino en general.
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